Kike el ratón vivía con su madre y padre entre las paredes de un almacén donde a diario por la madrugada el padre de Kike salía en busca de queso para poder alimentar a su familia, pero el pequeño Kike era travieso. Muy curioso un día él, sin conocer el peligro de allá afuera, decidió salir detrás de su padre sin ser visto. Él también, como su padre, quería entrar por esa puerta con un enorme pedazo de queso y sorprender a su madre, pero lo que él no sabía, es que la vida de su padre y la de él mismo estarían en gran peligro.